Siento que desde hace muchos años me ha costado expresarme libre y completamente. Puedo nombrar diferentes orígenes: trauma, shock, ser mujer, opresión, no sentirme vista por quien realmente soy, vergüenza generada por pensamientos irracionales o creencias erradas… y más; existe una gran variante de factores. Sin embargo, sí aprendí (con esfuerzo) a ser lo más auténtica y transparente posible. Eso me permitió ser mucho más feliz: tener mi identidad interior en concordancia con mi identidad exterior y tener relaciones más genuinas con otras personas, sin vulnerar mis propios derechos e intentando ayudar a los demás con sugerencias sinceras. Sin embargo, vivir en un país lejano y diferente puede ser muy difícil. Puede ser, incluso, abrumador.

Desde que llegué a Estados Unidos, hace un año, comencé a notar una mayor dificultad para expresarme. No por el idioma, ya que hablo inglés desde hace muchos años, si no que por temas culturales. Han habido muchas cosas maravillosas, nuevas amistades, mi esposo (que es un sol luminoso en mi vida), viajes por lugares hermosos, nuevas culturas, acentos, música, arte, baile, nuevas capacidades y desafíos… en resumen; muchas experiencias y personas bellas. Me siento agradecida por estas nuevas conexiones y vivencias.

Pero me ha sido muy difícil expresar mi ser de manera completa, expresarme tal cual soy, la cultura me lo ha dificultado. Me afecta muchísimo porque siento que es difícil sentir que soy “yo misma” aquí. Y es terrible, porque a mí me gusta ser auténtica y no tener que evaluar qué decir antes de hablar, o pensar cómo actuar en situaciones sencillas. Comencé a tener mucha ansiedad social antes de reuniones y actividades. Dejé de comentar activamente en las consultas grupales, dejé de cantar en las reuniones con amigos, comencé a sentarme atrás y tratar de pasar desapercibida. Me he dado cuenta de que cuando me ocurren este tipo de experiencias, tiendo a encerrarme en mí misma. Como soy bastante positiva no me quejo fácilmente, y además, aún tengo miedo al juicio de los demás y no quiero ser vista como una “quejona”, por lo que no comenté esto con nadie, me lo guardé (las mujeres hacemos esto muchas veces, a lo lago de nuestras vidas). Además, me cuesta verbalizar algunas cosas. Son experiencias nuevas y quizás me falta el vocabulario para expresar todo lo que siento, debo aprender mucho más. Sin embargo, pude contarle a algunas personas de confianza como me sentía cuando me preguntaban cómo me estaba adaptando, y se sintieron mal, incluso me pidieron disculpas (como si fuese su culpa!). Una amiga me dijo “deberías escribir un libro sobre lo que ves de nuestra cultura”. Y amigos migrantes de otras culturas (latinos, africanos) se sintieron muy identificados con lo que me pasaba y compartían sus propias experiencias.

Este choque cultural me hizo sentir una sensación de estrangulamiento en el cuello. Mi laringe y mi faringe se sintieron apretadas. Las hormonas de mi glándula tiroides (la cual tiene forma de mariposa), cambiaron. Me apareció un tumor en el cuello. Lo veo y lo siento. Hubo una compresión en toda mi garganta y mi cuello se inflamó. Fue por sentirme alienada, “afuerina”.

Me di cuenta de que para mí es muy importante tener amigas reales cerca mío. Y las tengo, pero me había encerado en mi misma. Una herida del trauma es hacernos creer que pedir ayuda o abrirse a los demás es un acto vergonzoso. Nos sentimos avergonzados de no encajar, de ser diferentes, de estar mal, etc, etc. Pensé: “no puedo seguir así”, y me atreví a consultar con estas amigas. Fue muy hermoso y liberador, me abrió todo un mundo y me dio muchas herramientas nuevas. Qué hermosas son las amistades sinceras y qué poderoso es tener comunidad!

Una de ellas me sugirió hacer un ritual diario: Preguntarme a mí misma “¿Qué es lo que no me permite expresarme libremente?” Escribirlo en un papel y quemarlo con una vela. (Pongo las cenizas en un cuenco y me alivia sacar eso de mí, te invito a hacerlo!). Otra amiga me prestó un cuenco de cristal de cuarzo azul para la garganta y canto con él cada día, me hace sentir muy bien y relajada. Otra amiga – doctora en medicina Ayurveda – me enseñó una meditación de “Garuda Mudra” para la tiroides y la salud del Sistema Endocrino, y otra amiga me abraza con mucho amor cuando me ve. Todo esto me ha dado muchas herramientas, apoyo, y me ha ayudado a escribir esta entrada. Aún debo ver la biopsia de la tiroides y todo lo que debo hacer con la medicina occidental, como quizás tomar pastillas. También todavía debo adaptarme a esta cultura, lo haré paso a paso, pero por ahora estoy escuchando el síntoma de mi tirodes, intentando comprenderlo y sanar.

Cuando tengas problemas, por favor ábrete a los demás, a personas cercanas que te quieren. Es mucho más fácil avanzar así, eres más comprendido y tienes más herramientas.

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2 Replies to “Mariposa azul 🦋: Un tributo a mi tiroides”

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